Concello de Sanxenxo - MARIA DEL CARMEN VILAVEDRA GONZALEZ, VECINA DE SANXENXO, SERÁ GALARDONADA CON LA CEBOLLA DE ORO.
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Maria del Carmen Vilavedra Gonzalez, vecina de Sanxenxo, será galardonada con la Cebolla de Oro y se presenta a si misma para que podamos conocerla.

Mi nombre es Maria del Carmen Vilavedra Gonzalez, aunque estoy segura que nadie me conoce por mi nombre, en realidad todo el mundo me conoce por” nenucha”.

Soy la mayor de 11 hermanos de una familia muy conocida en el pueblo como son los benjamines, no por mal nombre, sino que mi padre se llamaba así, Benjamín, de ahí el sobrenombre de benjamines.

Así que mi madre se dedicaba a traer hijos al mundo y yo a ayudarle a criarlos, como fui la mayor de los hijos y para más inri mujer, no me quedó otra cosa que ayudar en casa, bien temprano me tenía que levantar para llevar las tinas de ropa al río, lavarla y echarla al clareo, siempre me digo que así quedé de pequeña…jajaja pero la realidad es otra…mi padre era bajito y mi madre muy alta , así que heredé la parte de papá, de hecho hasta teníamos una canción que dice

“somos los de benjamín

 

Pequeniños como ratos

 

Y el que se meta con nos

 

Leva piñas e sopapos”

La infancia la recuerdo entre canciones, guitarras y violines que mi padre le gustaba tocar, él era peluquero, el único que había en el pueblo y siempre en algún momento del día se montaba alguna que otra cantinela acompañado con la guitarra con sus clientes y amigos, esa parte de músico sólo lo heredaron los hombres, ya que ninguna de mis hermanas ni yo sabemos tocar la guitarra.

Otro de los recuerdos era cuando llegaba el verano y quería ir a la playa, nosotros que vivíamos a pie de playa nunca podía bajar y las pocas veces que recuerdo bajar con mis amigas Rosina que nadaba como Esther Willians y Candela.

Salía mi madre por el balcón de la plaza de las gallinas y me llamaba” nenuchaaa sube para casa “y yo nadaba a toda prisa para llegar a casa y que mi madre no me riñese, casi me ahogaba con las prisas. Otro de los recuerdos era que yo quería ir de campamento fuese como fuese y ahí que me fui al campamento de la falange española de las jons y entre eses recuerdos muy buenos de pequeña también tengo que decir que fui poco a la escuela, pero gracias a dios sé leer y escribir y todavía recuerdo los ríos, afluentes y cabos donde se encuentran cada uno.

A parte de trabajar en casa y de cuidar a mis hermanos también me tocó trabajar fuera porque en casa además de mis hermanos y padres también vivían con nosotros mis abuelas, así que al final éramos 16 personas. Fui a tirar por los carros de la sal que venían en barco para la fábrica del sr. Alfonso, descargar teja etc.

Al paso de los años cuando era ya una moza y podíamos ir a los bailes conocí al hombre de mi vida, con el que me casé y formamos una familia y tuvimos cinco hermosos hijos que con mucho esfuerzo sacamos adelante con ayuda de mis padres y mis suegros. Mi marido no quiso seguir navegando y buscó trabajo en tierra porque ver crecer a los hijos y el no estar en casa no lo llevaba muy bien, así que poco a poco hicimos nuestra casa y luego yo me embarqué en el negocio de un puesto de pescado congelado en la plaza de Sanxenxo.

Con apenas 58 años enviudé y con todos los hijos fuera de casa se me hacían eternos los días, así que empezamos a hablar de que en Sanxenxo hacía falta algo para que la gente del pueblo pudiésemos jugar unas partidas de cartas, charlar, bailar y pasar la tarde, así que anduvimos en busca de un local que fuese cerca para formar un club de jubilados.

Y así se inauguró en la calle progreso el “club de jubilados de Sanxenxo “con María Dolores, más conocida como la del “pequeño bar “que fue la que formó el club junto con Quinita la sacristana al frente como presidenta, Salvador su marido, Josefa la Chichirica y su marido Ricardo, Isaura y yo y un largo etc. que en estos momentos no recuerdo.

Yo fui una de las primeras socias junto con mi madre, durante la semana estábamos el grupo de siempre y durante la semana nos turnábamos para abrir y cerrar el local, allí pasé muchas y buenas tardes en compañía de todos ellos, los domingos venían mucha más gente a pasar la tarde, luego se formaron los estatutos y con ello el “ coro “ de jubilados del que formé parte hasta hace pocos años, también por corpus hacíamos las alfombras  y pasábamos cerca de un mes recogiendo flores y desmenuzándolas para llegar el día señalado y engalanar el pueblo de preciosas alfombras de colores, la nuestra fue siempre sencilla pero muy bonita.

También celebrábamos el carnaval por todo lo alto, nos disfrazábamos para ir en el desfile que organizaba el Concello y yo la primera junto con mis amigas Eruca la del crucero, Sefa, porque era una cosa que nos encantaba ( mis nietas por navidad y fin de año sino me disfrazaban no quedaban tranquilas y yo me dejaba que me pusieran lo que quisieran y salíamos las tres a bailar y todos se partían de la risa ).

También participé en la escuela de memoria, en los cursos de piscina y gimnasia que nos ponía el Ayuntamiento. Yo iba a todo porque me lo pasaba muy bien y siempre llegaba a casa contando alguna anécdota.

En el año 2004 nos cambiaron de local porque éramos muchos socios y yo no cogíamos en el antiguo local, así que nos trasladaron al de la calle Luis Rocafort, allí la verdad que me quedaba bien lejos para ir caminando, pero poco a poco iba tarde tras tarde y de paso hacía un poco de ejercicio.

Seguí formando parte del coro, íbamos de excursión de día o de varios días, jugábamos a las cartas todos los días. Recuerdo que muchos de los comenzamos al principio en el club por desgracia ya no están, pero siempre tengo muy buenos recuerdos de ellos y muchas anécdotas de cada uno, que bien nos lo pasábamos cuando a veces traíamos de casa algún dulce, filloas, orejas, castañas y las comíamos allí entre risas y juegos.

Pero al pasar los años, que como dice la canción “no pasan en valde “se va tirando del freno, ya sólo jugamos a las cartas, pero las risas nunca se pierden y a día de hoy, después de estar casi un mes en Montecelo, sólo le pedía a dios que me dejase celebrar mis 90 años en mi casiña en compañía de mis hijos y familia y poder asistir a las fiestas de San Ginés y Santa Rosalía como años atrás.

 

 

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